Noel y Carlos, hermanos con sangre de ciclistas
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Noel Martín y Carlos González no son hermanos, pero viven como tal. Quizá en una vida pasada lo fueron y estaban destinados a encontrarse, porque si no es difícil explicar todo lo que ha ocurrido desde que se encontraron, cuando Noel fue a Madrid a conocer a Carlos en septiembre de 2013. En menos de dos años se han convertido en campeones del mundo de ciclismo adaptado y ya tienen las miras puestas en los Juegos Olímpicos del 2016. La hazaña pasa a ser una lección vital cuando descubrimos que Carlos es ciego y nunca practicó el deporte profesional y que Noel está en perfecto estado de salud, sí es profesional y ha elegido ayudar a los que quieren disfrutar su pasión pero no pueden solos.
Para que una persona ciega pueda montar en bici necesita que alguien sea sus ojos. Un compañero de viaje dispuesto a poner gustoso esa carga sobre él. A su vez, el guía asume la responsabilidad de estar al cien por cien de sus capacidades durante todo el recorrido. Pase lo que pase. El tándem se alimenta de la confianza, que es la que permite a Carlos pedalear a toda velocidad detrás de Noel, quien conduce, sin miedo a una peligrosa caída. Los dos cuerpos tienen que funcionar a la vez porque a la mínima desincronización toda la máquina deja de funcionar y ocurren problemas. Si los ciclistas no se conocen bien están condenados al fracaso. Noel y Carlos ganan porque son como hermanos. “Si yo me equivoco, él va conmigo. Si entramos en un bache y no le aviso...”
Carlos estudió informática y trabajaba como programador, pero una enfermedad se apoderó de su vista poco a poco. Entonces estaba gordo y utilizaba la bici ocasionalmente, aunque siempre le gustó. Un amigo suyo, Roberto, había perdido un pie y hacía ciclismo adaptado. Aquello fue una señal clara para salir del cuarto y dejar de hacerse la víctima. “Nadie pensaba que iba a hacer más de dos kilómetros en bici. Aquel día hice cien y disfruté”. A medida que mejoraba en la bici iba perdiendo la vista y así apareció de la nada uno de los ganadores del mundo de ciclismo adaptado.
Noel, el otro campeón, ha estudiado ingeniería industrial y está haciendo un máster que le permite tener tiempo para la bici y Carlos. “Me gusta mucho andar en bici y hay alguien que no puede hacerlo solo. Lo veía como algo muy bonito. Esa idea no surgió hasta 2013, cuando Carlos necesitaba más bicicleta y su anterior piloto no podía dársela”. “A los diez minutos de montar por primera vez con Carlos noté un cosquilleo y perdí el miedo. Es una sensación reconfortante”.
A partir de entonces, fueron participando en diversas competiciones importantes hasta proclamarse campeones del mundo: en marzo de 2014 el Campeonato de España de Pista en Galapagar, en mayo la prueba inaugural de la Copa del Mundo en Italia, dos semanas después el Campeonato de España en Ciudad Real (medalla de plata y primer pódium internacional), en julio la Copa del Mundo de Ciclismo Adaptado en Segovia (bronce en contrareloj) y en septiembre el Campeonato del Mundo de Greenville en Carolina del Sur (sextos en la crono después de una avería y tener que bajar de la bici en los últimos 400 metros y por fin el oro en ruta)
“Ya no es tan descabellado pensar que podemos ir a los Juegos”, asegura Carlos. Y Noel, como buen hermano, añade: “el sueño de Carlos se convirtió en mi sueño cuando le conocí. Vamos a hacer todo lo posible por conseguirlo”
Vicente Sánchez
Para que una persona ciega pueda montar en bici necesita que alguien sea sus ojos. Un compañero de viaje dispuesto a poner gustoso esa carga sobre él. A su vez, el guía asume la responsabilidad de estar al cien por cien de sus capacidades durante todo el recorrido. Pase lo que pase. El tándem se alimenta de la confianza, que es la que permite a Carlos pedalear a toda velocidad detrás de Noel, quien conduce, sin miedo a una peligrosa caída. Los dos cuerpos tienen que funcionar a la vez porque a la mínima desincronización toda la máquina deja de funcionar y ocurren problemas. Si los ciclistas no se conocen bien están condenados al fracaso. Noel y Carlos ganan porque son como hermanos. “Si yo me equivoco, él va conmigo. Si entramos en un bache y no le aviso...”
Carlos estudió informática y trabajaba como programador, pero una enfermedad se apoderó de su vista poco a poco. Entonces estaba gordo y utilizaba la bici ocasionalmente, aunque siempre le gustó. Un amigo suyo, Roberto, había perdido un pie y hacía ciclismo adaptado. Aquello fue una señal clara para salir del cuarto y dejar de hacerse la víctima. “Nadie pensaba que iba a hacer más de dos kilómetros en bici. Aquel día hice cien y disfruté”. A medida que mejoraba en la bici iba perdiendo la vista y así apareció de la nada uno de los ganadores del mundo de ciclismo adaptado.
Noel, el otro campeón, ha estudiado ingeniería industrial y está haciendo un máster que le permite tener tiempo para la bici y Carlos. “Me gusta mucho andar en bici y hay alguien que no puede hacerlo solo. Lo veía como algo muy bonito. Esa idea no surgió hasta 2013, cuando Carlos necesitaba más bicicleta y su anterior piloto no podía dársela”. “A los diez minutos de montar por primera vez con Carlos noté un cosquilleo y perdí el miedo. Es una sensación reconfortante”.
A partir de entonces, fueron participando en diversas competiciones importantes hasta proclamarse campeones del mundo: en marzo de 2014 el Campeonato de España de Pista en Galapagar, en mayo la prueba inaugural de la Copa del Mundo en Italia, dos semanas después el Campeonato de España en Ciudad Real (medalla de plata y primer pódium internacional), en julio la Copa del Mundo de Ciclismo Adaptado en Segovia (bronce en contrareloj) y en septiembre el Campeonato del Mundo de Greenville en Carolina del Sur (sextos en la crono después de una avería y tener que bajar de la bici en los últimos 400 metros y por fin el oro en ruta)
“Ya no es tan descabellado pensar que podemos ir a los Juegos”, asegura Carlos. Y Noel, como buen hermano, añade: “el sueño de Carlos se convirtió en mi sueño cuando le conocí. Vamos a hacer todo lo posible por conseguirlo”
Vicente Sánchez