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Par de arranque

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Son las 9 de la noche de un martes templado de mayo en Valladolid. En una loma anexa al cauce del Esgueva, en el barrio de Los Santos-Pilarica, dos figuras masculinas se recortan en el ocaso. El par corre paralelo, llamativamente acompasado y - solo la mirada más aguda lo apreciará de lejos - con la mano de uno de ellos agarrada a una cuerda anudada en ocho que el otro sujeta sin atisbo de soltarla. Es la fórmula que utilizan las personas con discapacidad visual para practicar el running junto a sus guías.

Iván del Río es un experto corriendo a ciegas. Tiene 37 años y desde los 6 convive con el Síndrome de Bardet Biedl, una enfermedad rara que le provoca retinosis pigmentaria y, por lo tanto, una pérdida lenta de la visión. “De pequeño no me gustaba mucho el deporte pero ahora es mi medicina”, confiesa. Y es que a este vallisoletano le preceden tres hermanas amantes del atletismo que transmitieron al pequeño de la casa su afición por la carrera. “Empecé a correr cuando tenía 13 años con ellas en el pinar. Primero un minuto, luego dos...”, recuerda Iván, que valora siempre la disposición y el apoyo de los suyos: “La familia juega un papel fundamental cuando tienes un sentido menos”.

Running, carreras en bici con tandem, rafting, subidas a picos de montaña que ha realizado junto a Bailey, una perrita labradora que ya no le acompaña en esas aventuras porque “tiene algún que otro achaque”. Muchos son los desafíos culminados y los que aún quedan por alcanzar, aunque para Iván siempre vienen acompañados de barreras. Es ahí es donde entra en juego la generosidad de personas como José Antonio Peláez, el copiloto que escruta, alerta, los posibles obstáculos de este motor de cuatro piernas.



Cuando Moya conoció a Sainz

“Hay mucha tensión al principio porque es algo que desconoces y das por hecho muchas cosas”, reconoce José Antonio, que cuando comenzó a guiar a Iván no terminaba de ser consciente de lo que podían dificultar a su paso elementos tan comunes como una alcantarilla o una rama. “Ahora muchas veces digo que soy como el Luis Moya de Carlos Sainz, que tengo que ir cantándoselo todo”, explica. Ambos se pusieron en contacto gracias a Farma Runners, una iniciativa impulsada por Álex de Anca, el titular de una farmacia situada en la calle Muro de la capital vallisoletana que ha conseguido crear un grupo de gente que se reúne todos los martes para correr por la ciudad.

Fue precisamente el farmacéutico el que animó a José Antonio a inscribirse en Comparte tu Energía, una plataforma  impulsada por la energética EDP y puesta en marcha por el atleta Martin Fiz (primer atleta español en ganar, en la categoría de veteranos, los seis maratones más importantes del mundo) donde personas con ceguera y corredores que no presentan ninguna discapacidad visual pueden ponerse en contacto para formar combinaciones como este par de arranque, que no le tienen miedo a los límites humanos ni arquitectónicos. “Ahí es donde conocimos a Iván, que empezó a acudir a las quedadas de Farma Runners y a ser guiado por muchos de nosotros”, recuerda el guía. “Después empezamos a entrenar los dos solos desde noviembre de 2018 y eso me ha servido para ser consciente de sus capacidades”, explica. Un vínculo que va más allá de lo técnico y que corrobora Iván: “El guía no respira por mí, pero sin él no podría correr”.



A por la inclusión

El espíritu combativo de ambos les ha hecho participar juntos en media docena de carreras, entre ellas la Marcha Solidaria "A favor de la Esclerosis Múltiple” que tuvo lugar el pasado 24 de marzo de 2019 en Arroyo de la Encomienda. Diez kilómetros de un recorrido en el que Iván quedó tercero junto a José Antonio en la Categoría de Inclusión con un tiempo de 00:56:27. Pero, aparte de este circuito, la práctica totalidad de las convocatorias populares no incluyen esta modalidad en su organización, algo que reivindica Iván y que, de hecho, constituye una de sus principales motivaciones a la hora de solicitar su dorsal en las pruebas. “Yo tengo dificultades para entrenar, pero luego voy a carreras y quedo por delante de gente que no tiene ninguna discapacidad visual. Creo que eso debería estar reconocido con una categoría especial dentro de las pruebas”, expresa.

Tanto él como José Antonio son conscientes de que, para que la inclusión sea una realidad y se convierta en norma, es necesario animar a las personascon ceguera y también a los que quieren aprender a ser sus guías, a que participen en pruebas deportivas y se atrevan a experimentar el avance de correr codo con codo. En el caso de este particular equipo la mejora es plausible y José Antonio confiesa que los dos ya marcan, “a ratos”, tiempos de 5 min/km. Y lo que queda por conseguir. “Me gustaría participar en una maratón o hacer cosas locas como tirarme en paracaídas”, confiesa Iván, mientras se guarda para sí una larga lista de retos: ”No los digo que, si no, no se cumplen”.

El par de osados corredores sigue entrenando, envueltos ya en la noche cerrada del Paseo del Cauce pucelano. Allí les dejamos, burlando el uno a la oscuridad. Al reto de ser sus ojos, el otro. Compartiendo, al fin, la energía juntos.

Texto: Alba Tardón Vicente.
Fotografía: persigueme.es

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