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Persígueme 1 - 1 Arlanza

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Podríamos decir que los hechos que ocurrieron este domingo día 4 de junio, en el ‘Descenso del río Arlanza’, en Covarrubias (Burgos), fueron la crónica de un resultado anunciado. Más que nada porque nos embarcamos con toda la ilusión del mundo en esta aventura deportiva en plena naturaleza e intuíamos ya de antemano que quizá no todos la acabaríamos… Y así fue. Eso sí, hubo un claro ganador en nuestro equipo corporativo, Dani, que completó victorioso y con gran orgullo –no es para menos- los 14 kilómetros del recorrido; los cuatro últimos, aproximadamente, bajo una gran tromba de agua que se hizo esperar, pero luego no dio tregua, dejando completamente empapados y algo desesperados a los piragüistas. El resto de los que nos atrevimos, un poco a tientas, a probar las frescas aguas del Arlanza, Iris y yo –Sonia- conseguimos completar solo la mitad del recorrido, siete kilómetros. Eso sí, no sin haber disfrutado enormemente de la preciosa ruta hasta que las fuerzas nos lo permitieron, pues tampoco fue como dar un tranquilo paseo que digamos…



Todo comenzó el sábado, cuando Covarrubias nos recibió soleada y ya ambientada con algunos grupos de locales y visitantes disfrutando del buen ‘terraceo’ en la empedrada Plaza Mayor de la villa. Durante la mañana, tuvimos la suerte de poder acompañar al alcalde, Óscar Izcara, a señalizar la ruta que seguiríamos al día siguiente los participantes, pudiendo ver así el recorrido desde otro punto de vista y conocer lugares únicos como el Monasterio de San Pedro de Arlanza, La Fuente Azul o El Piélago, donde se encontraría la línea de meta de la carrera y que en verano se convierte en una concurrida zona de baño y merienda junto al río.






El domingo, tras una buena tormenta nocturna que nos despertó en varias ocasiones, amaneció nublado y fresco. Castillo y Alberto tomaron posiciones privilegiadas para fotografiar a cada uno de los participantes a lo largo del recorrido mientras Iris, Dani y yo, ansiosos pero nerviosos, subimos a la canoa alrededor de las 12.00 horas –pistoletazo de salida-. Poco a poco fuimos cogiendo confianza con las aguas y los remos. No vamos a negar que nuestra falta de práctica nos jugó varias malas pasadas y se dejó notar desde el minuto uno en Iris y en mí cuando nuestra canoa giró 180 grados y vimos, entre risas y resignación, cómo todos los participantes, incluido Dani, nos adelantaban dejándonos en último lugar. Un puesto que mantendríamos a lo largo de casi toda nuestra hazaña. A Dani le perdimos de vista y aunque nos esperó en repetidas ocasiones –de esto nos enteraríamos luego- desistió tras ver que no aparecíamos. Mientras, nosotras remábamos a nuestro ritmo, con un gran afán de superación a cada metro que avanzábamos ya que nuestro desconocimiento en remo nos llevaba a torcernos y frenarnos bastante a menudo, lo que nos hacía malgastar mucho más esfuerzo del realmente necesario. Eso sí, disfrutamos bien del paisaje, que pasaba lento pero enigmático a nuestro alrededor e incluso tuvimos varios contactos indeseados con flora de la ribera… Es decir, que nos comimos en repetidas ocasiones bastantes ramas y arbustos. Muy dignamente, eso sí. En realidad, ¡íbamos últimas! Nadie nos veía.



La primera mitad del recorrido, desde nuestra experiencia, fue realmente entretenida ya que combinada zonas de aguas tranquilas que exigían más empeño en el remo pero menos sobresaltos, con otras de rápidos que te hacían subir la adrenalina y, bueno, no nos vamos a engañar, tener que pegarnos algún que otro chapuzón para desencallar la canoa. Uno de los momentos más divertidos fue el salto de una de las presas –había dos a lo largo del descenso-, en la que contamos con la ayuda de los servicios de la cruz roja que iban, uno a uno, guiándonos para que la bajada no fuera accidentada. Vamos, que no acabásemos volcados.





Ya agotadas por nuestra falta de fondo físico y tras haber salido airosas, aunque con bastante esfuerzo, de algún giro inesperado de canoa, decidimos abandonar la prueba en el primer punto de evacuación –a los 7 kilómetros de meta- que la organización había dispuesto para quienes no se viesen con fuerzas de seguir.



El Arlanza, esta vez, había podido con nosotras, pero nos llevamos un recuerdo buenísimo y unas cuantas anécdotas que contar. Si bien es cierto que si el tiempo hubiera acompañado, eso habría hecho más ameno el esfuerzo. Y eso que nosotras nos libramos de la gran tormenta que sufrieron el resto de piragüistas, incluido nuestro compañero Dani, al que vimos pasar triunfante por la segunda presa, a tan solo ya dos kilómetros del final, y tras una impresionante cortina de agua. Sin olvidarnos de Castillo y Alberto, que seguían fotografiando bajo la lluvia para que todos tuviesen un “buen” recuerdo.





Al Piélago, donde se encontraba la línea de meta,  fueron llegando por goteo los palistas. Y nunca mejor dicho, pues todos estaban completamente empapados y con una buena tiritona. Dani entre ellos.

Así que, podemos decir ya todos secos, con un buen entrecot entre pecho y espalda, y con una divertidísima galería de momentazos en forma de foto -adelantamientos, saltos, caídas, saludos-, que ha sido una experiencia que merecerá la pena repetir. Si bien con más preparación por parte de algunas de las que nos lanzamos a remar el Arlanza.

Por eso mismo, ante un triunfo y dos semi derrotas, digamos que lo dejamos en empate. Persígueme 1 – 1 Arlanza.

Fotografías: Jose C. Castillo y Alberto Mingueza
Texto: Sonia Vidal 

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