Zancadas que unen
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Los gymbynes entrenan martes y jueves, a las 20.30 horas, durante entre 60 y 75 minutos. El escenario elegido suele ser el parque Ribera de Castilla, aunque también se dejan caer, por ejemplo, por Parquesol, para entrenar en cuestas. O por el Cerro de la Contiendas, donde les cazamos con nuestras cámaras. La palabra compañeros toma un nuevo significado si le añades un de fatigas. Eso es lo que les aporta correr en grupo: los unos tiran de los otros. «El atletismo es un deporte individual pero el entrenamiento debe ser grupal. Es más intenso, pero el esfuerzo es menor. Sufres igual que solo, pero tus compañeros te van llevando a un ritmo al que quizá tú no llegarías por tu cuenta», explica. «Precisamente, eso es lo que más me gusta, que, dentro del grupo, cada uno vaya superando sus retos personales. Y, sobre todo, experimentar con ellos nuevas sensaciones, como la de ir por primera vez a unas pistas de atletismo», añade.

Olivier pone en valor la figura del entrenador: «Parece que todo el mundo sabe correr, pero no es así, y si no lo haces bien, puede resultar lesivo». «Todavía veo gente que corre con el talón… cuando correr consiste en impulsarse». La técnica es básica, y más cuando «se difunde mucha información errónea». Cada vez somos más conscientes de los beneficios que el deporte tiene para nuestra salud, pero pecamos de irresponsables. Practicar cualquier actividad física puede resultar perjudicial si no tenemos un mínimo de conocimiento sobre lo que estamos haciendo. Y, sobre todo, si no somos conscientes de nuestras propias limitaciones: «Cuando empiezas en el atletismo tienes que ir paso a paso, marcarte objetivos realistas». Y unos cuantos de esos tienen los gymbynes en el horizonte.
Cada año marcan en rojo en el calendario una serie de pruebas en la que todo el club participa. Tienen su propia clasificación, y entregan al final unos premios simbólicos. Así también se hace equipo, compartiendo la Trotada Popular, las carreras de La Antigua y San Antón o el Memorial Vidal – Matarranz de los Bomberos, entre otras citas deportivas pucelanas.
Olivier, que espera que pronto se sumen más mujeres al equipo (ahora tan solo son tres), ha conseguido generar en los miembros del club un alto grado de compromiso y un vínculo estrecho con el entrenador y los compañeros. Se ha dado el caso, incluso, de un chico que tuvo que dejarlo porque se fue a vivir a otra ciudad, pero que no se ha desvinculado: Olivier le envía los entrenamientos por correo electrónico. Para los que siguen en Valladolid, tras la ducha llega la segunda parte del entrenamiento: las cañas. Cuando las pulsaciones vuelven al ritmo normal, la piña sigue siendo una piña.
Texto: Iris M. Vázquez.
Fotos: Persígueme.